Mostrando entradas con la etiqueta chocolate. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta chocolate. Mostrar todas las entradas

sábado, 18 de abril de 2009

Chocolate and Milk





To allow me that it puts this photo, of which I like many sins? you detail to you, quiz? s before and despu? s of that uncontrolled bite to that tablet. ;-)





Pero quiz? s what m? s, that smile type 'Monna Lisa', humorous and p? face.







video





Quiz? s is the v? nculo of which we are put aqu?, he is imaginaci? n or the Inter? s by diverse forms literary or language visual, judging by blogs assiduous (and those that is not it as much), to that I am hooked, each one in its own personality, but leading all of them of expresi? n of that imaginaci? n that is able to activate much with details m? s min? sculos.



Here innocent video who develops a little m? s these impulses.


Not them encounter prunes? s to help me?







By m? s that I look for them.

There are lost my hands fr? ace, I to like? that is to say qui? n me has cleared them, without them I feel like a confused, single insect, in my habitaci? n, revoloteando with the glance misled in the rainy landscape that I can see trav? s of trasl? cidos crystals, I feel terribly incomplete.



I think about as I feel and I concentrate in what I need, which causes that it feels to me alive. I close the eyes, quiz? s est? s ah? , to my side. I cannot verte but I have a feeling an pleasant heat that it indicates to me close that these, already arriving from not where.

My lips sonr? in idiot (tambi? n disobeys to me by all means), had to be tight, concentrated, but no, catch your perfume, c? lido and smooth, I inspire deeply trying to fill to me of that aroma, pertaining not that p? thalli of a flower intoxicating olorosa.



My brain seems to be that tambi has spoiled? n, concentr? ndome a little but, I catch or quiz? s I imagine, subtle differences in the perfume that invades my sense of smell, the smooth and sweet scent of your neck, the attractive aroma of your decollete, mixed by which a escapes trav? s of your body, arising between your thighs, impregnating your delicate clothes, in your excitaci? quiet n.



… I maintain the eyes closed, enjoying sensaci? n .....



I listen to your respiraci? n. Close, closely together. Tentaci? n to return to me is almost irresistible, but I recreate to me in the l? mite, alarg? ndolo the m? possible s. My coraz? n begins to accelerate itself exponentially, always does at the moment, I am dedicated to listen to my interior secretly.



Smile that is high and mighty when verifying that my body disobeys to me by in? sima time and tour towards you, I cannot nor I want to stop it. Now I feel a to you? n too much close, opposite.

To perhaps they separate cent us? meters, or quiz? thousands? meters, I do not have form to know it. but I notice the heavy gravity, like which it exerts the moon full on the sea.



I feel within my, as the tide grows, as my weaves under the skin swagger, collection your hand to caress my lips, that smile subtly that your me ense? aste to draw in my face, marc? ndome the cheeks, are an almost imperceptible rubbing, but sensaci? n is powerful. Advance my hands for acariciarte, I stop to little thousands? meters of your skin. I cannot verte, but almost I can sentirte.



Tasting anticipaci? n that obstructs to my coraz? n, the irrefrenable desire that t? you feed. When again my body wins to me, finally I touch your smooth skin, so sweet and delicate compared with the m? a. I cross with my fingers the l? nea of mand? bula while I imagine your eyes blue color I am transparent, nailing the glance in my closed p? rpados.



Your hands either est? n quiet, cannot be it, and smoothly crosses my face until interlacing itself in my nape of the neck. You attract to me towards you, and while it beams, my coraz? n pumps a? n at but speed, I submerge in your aroma, your tact. Our lips finally are close, sensaci? sweet n but of the world. The smoothness of your lips looking for the ms? you it causes a series to me of unloadings that cross my v? rtebras, tremors that surprise to me.



Sensaci? n is so strong that my respiraci? n begins to accelerate itself. My language crosses your lips and t? you allow it to enter. You begin to caress my language with yours and I cannot avoid that a jadeo escapes between my lips, my hands that no longer est? n fr? ace crosses your hip and they approach a.m. to you? , your tambi? n you embrace to me with force while the kiss contin? to, like fact to lack that fr? to temperature of the hands, that you beam? to shake.



Assaulted militarily by a thousand of placenteras sensations, the world disappears, I ask to you mentally, that make my hands, no longer I control them, the yolks of my fingers from the beginning say that you close the eyes, closed mine to me, I suppose that you enjoy so much as I the sensations and uncontrolled tides that they cross to us.



The kiss is impregnated of pasi? n, your coraz? n barks on a par that the m? or, your respiraci? n is made but and deep hard, both we separated simultaneously, sonr? is and my coraz? n almost explodes of happiness, I am on the awares for mirarte, sentirte with? felt nico that a? n I have not used, your coolness even est? in my lips, your tact lasts in my hands, your respiraci? n resonates in my or? two and your perfume even enchants, I am on the awares to me for verte…

I again am in my habitaci? n, single, but that if, without my hands fr? ace.



jueves, 23 de octubre de 2008

El beso de chocolate

Hace unos años....
Veraneábamos en el mismo pueblo costero, a menudo pasábamos largas horas, coincidíamos con nuestros respectivos amigos, buceando por las mañanas y luego recuperando la temperatura y descansando tirados en la arena blanca, bajo los rayos tenues del sol del ocaso.
Otras veces dábamos largos paseos entre las rocas buscando conchas, o buscabamos un acantilado desde donde tirarse al mar.
Dormíamos en nuestros bajos apartamentos, con las ventanas abiertas para evitar el calor de las noches de Agosto, m
e metí una de esas noches en su dormitorio, envuelto en una sábana y la quise asustar, pero ella me sorprendió cuando me dijo:
—¡Ya te vale, jajajaja ¡no das nada de miedo! ¡Quítate la sábana y bájate los pantalones!

Salí corriendo, no se si me reconoció, debo admitir que no fue una gran idea, desde luego sus reacciones no eran previsibles y por lo tanto me descentraban constantemente.

Para arreglarlo.....

Debo admitir que me moría por verla a solas de nuevo, llegó el día en el que por azar coincidimos en un parque, llevaba una blusa negra que le quedaba genial y jeans y yo una camisa de cuadritos y unos tejanos gastados de color verdoso.
Me acuerdo perfectamente.
Se que me ví a mi mismo diciéndole que la encontraba muy guapa y no se porqué empecé a sonrojarme, quizás por los nervios, quizás porque sus ojos cristalinos empezaron a clavarse en mi boca mientras hablaba, mientras se le abrió la cara y apareció su sonrisa, entonces para mi ya desapareció todo, mis manos ya no me obedecían y ahí demostré gran torpeza, una de las bolas del helado que estaba tomando despegó del cucurucho de galleta y por ir a recuperarlo, rebotó en mi cara dejando su huella y siguió rodando por el pecho, hasta aplastarse en el suelo, no sin antes dejar su huella por todas mis prendas, llevaba dos botones de la camisa desabrochados, naturalmente hubo por su parte un ataque compulsivo de risa, pero entonces se ofreció a limpiarme, sacó un klenex y me ayudó sacar los restos de chocolate del pecho, pero el tacto de sus dedos sobre el vello y la piel de mi pecho, me puso la piel de gallina y solo consiguió ponerme más rojo, creo que parecía un semáforo, por lo ridícula de la situación y porque me estaba paralizando por momentos, lo que pasó después me inmovilizó aún más, acercó su rostro a mi cara y los restos que del helado quedaban en mi cara, los limpió con su lengua, yo estaba inmóvil sin saber que hacer, hasta que su lengua bajó y me besó en los labios.

Unos días después ....

- ¿Tienes frío?
- No, así estoy bien...

Ella estaba apoyada en mi pecho, mientras la rodeaba la cintura con mis brazos, dejando las manos muertas sobre su vientre. Jamás me había sentido tan a gusto como en aquel momento, como si estuviéramos juntos de toda la vida.
Una sábana blanca de algodón nos cubría, los ojos cerrados y nuestra respiración ralentizada, rompí el silencio por fin para decirle en voz muy baja:

- ¿Te he dicho alguna vez que eres más que una amiga para mí?

Noté como por fin no sabía que contestarme, solo sus ojos azules se abrieron como dos platos, parecía que tuvieran un interrogante gigante, me miraban analizándome de arriba abajo, conocía bien ese gesto, era como si me pidieran que siguiera hablando.

Tardó unos minutos en reaccionar y negó con la cabeza muy lentamente, la miré fijamente

- Pues ya lo sabes. Te quiero.
- Yo... También.

Se acurrucó contra mi pecho, apoyó su cabeza contra mis hombros y recuerdo el frí en mis manos, esos cabellos rubios inundándolo todo, antes de quedar dormidos.

Pasó el verano y ya no la vi nunca más, no volvió por allí pero me dejó una sonrisa inmensa, un beso robado con sabor a frio chocolate y duces labios ardientes.

El beso de chocolate

Hace unos años....
Veraneábamos en el mismo pueblo costero, a menudo pasábamos largas horas, coincidíamos con nuestros respectivos amigos, buceando por las mañanas y luego recuperando la temperatura y descansando tirados en la arena blanca, bajo los rayos tenues del sol del ocaso.
Otras veces dábamos largos paseos entre las rocas buscando conchas, o buscabamos un acantilado desde donde tirarse al mar.
Dormíamos en nuestros bajos apartamentos, con las ventanas abiertas para evitar el calor de las noches de Agosto, m
e metí una de esas noches en su dormitorio, envuelto en una sábana y la quise asustar, pero ella me sorprendió cuando me dijo:
—¡Ya te vale, jajajaja ¡no das nada de miedo! ¡Quítate la sábana y bájate los pantalones!

Salí corriendo, no se si me reconoció, debo admitir que no fue una gran idea, desde luego sus reacciones no eran previsibles y por lo tanto me descentraban constantemente.

Para arreglarlo.....

Debo admitir que me moría por verla a solas de nuevo, llegó el día en el que por azar coincidimos en un parque, llevaba una blusa negra que le quedaba genial y jeans y yo una camisa de cuadritos y unos tejanos gastados de color verdoso.
Me acuerdo perfectamente.
Se que me ví a mi mismo diciéndole que la encontraba muy guapa y no se porqué empecé a sonrojarme, quizás por los nervios, quizás porque sus ojos cristalinos empezaron a clavarse en mi boca mientras hablaba, mientras se le abrió la cara y apareció su sonrisa, entonces para mi ya desapareció todo, mis manos ya no me obedecían y ahí demostré gran torpeza, una de las bolas del helado que estaba tomando despegó del cucurucho de galleta y por ir a recuperarlo, rebotó en mi cara dejando su huella y siguió rodando por el pecho, hasta aplastarse en el suelo, no sin antes dejar su huella por todas mis prendas, llevaba dos botones de la camisa desabrochados, naturalmente hubo por su parte un ataque compulsivo de risa, pero entonces se ofreció a limpiarme, sacó un klenex y me ayudó sacar los restos de chocolate del pecho, pero el tacto de sus dedos sobre el vello y la piel de mi pecho, me puso la piel de gallina y solo consiguió ponerme más rojo, creo que parecía un semáforo, por lo ridícula de la situación y porque me estaba paralizando por momentos, lo que pasó después me inmovilizó aún más, acercó su rostro a mi cara y los restos que del helado quedaban en mi cara, los limpió con su lengua, yo estaba inmóvil sin saber que hacer, hasta que su lengua bajó y me besó en los labios.

Unos días después ....

- ¿Tienes frío?
- No, así estoy bien...

Ella estaba apoyada en mi pecho, mientras la rodeaba la cintura con mis brazos, dejando las manos muertas sobre su vientre. Jamás me había sentido tan a gusto como en aquel momento, como si estuviéramos juntos de toda la vida.
Una sábana blanca de algodón nos cubría, los ojos cerrados y nuestra respiración ralentizada, rompí el silencio por fin para decirle en voz muy baja:

- ¿Te he dicho alguna vez que eres más que una amiga para mí?

Noté como por fin no sabía que contestarme, solo sus ojos azules se abrieron como dos platos, parecía que tuvieran un interrogante gigante, me miraban analizándome de arriba abajo, conocía bien ese gesto, era como si me pidieran que siguiera hablando.

Tardó unos minutos en reaccionar y negó con la cabeza muy lentamente, la miré fijamente

- Pues ya lo sabes. Te quiero.
- Yo... También.

Se acurrucó contra mi pecho, apoyó su cabeza contra mis hombros y recuerdo el frí en mis manos, esos cabellos rubios inundándolo todo, antes de quedar dormidos.

Pasó el verano y ya no la vi nunca más, no volvió por allí pero me dejó una sonrisa inmensa, un beso robado con sabor a frio chocolate y duces labios ardientes.

El beso de chocolate

Hace unos años....
Veraneábamos en el mismo pueblo costero, a menudo pasábamos largas horas, coincidíamos con nuestros respectivos amigos, buceando por las mañanas y luego recuperando la temperatura y descansando tirados en la arena blanca, bajo los rayos tenues del sol del ocaso.
Otras veces dábamos largos paseos entre las rocas buscando conchas, o buscabamos un acantilado desde donde tirarse al mar.
Dormíamos en nuestros bajos apartamentos, con las ventanas abiertas para evitar el calor de las noches de Agosto, m
e metí una de esas noches en su dormitorio, envuelto en una sábana y la quise asustar, pero ella me sorprendió cuando me dijo:
—¡Ya te vale, jajajaja ¡no das nada de miedo! ¡Quítate la sábana y bájate los pantalones!

Salí corriendo, no se si me reconoció, debo admitir que no fue una gran idea, desde luego sus reacciones no eran previsibles y por lo tanto me descentraban constantemente.

Para arreglarlo.....

Debo admitir que me moría por verla a solas de nuevo, llegó el día en el que por azar coincidimos en un parque, llevaba una blusa negra que le quedaba genial y jeans y yo una camisa de cuadritos y unos tejanos gastados de color verdoso.
Me acuerdo perfectamente.
Se que me ví a mi mismo diciéndole que la encontraba muy guapa y no se porqué empecé a sonrojarme, quizás por los nervios, quizás porque sus ojos cristalinos empezaron a clavarse en mi boca mientras hablaba, mientras se le abrió la cara y apareció su sonrisa, entonces para mi ya desapareció todo, mis manos ya no me obedecían y ahí demostré gran torpeza, una de las bolas del helado que estaba tomando despegó del cucurucho de galleta y por ir a recuperarlo, rebotó en mi cara dejando su huella y siguió rodando por el pecho, hasta aplastarse en el suelo, no sin antes dejar su huella por todas mis prendas, llevaba dos botones de la camisa desabrochados, naturalmente hubo por su parte un ataque compulsivo de risa, pero entonces se ofreció a limpiarme, sacó un klenex y me ayudó sacar los restos de chocolate del pecho, pero el tacto de sus dedos sobre el vello y la piel de mi pecho, me puso la piel de gallina y solo consiguió ponerme más rojo, creo que parecía un semáforo, por lo ridícula de la situación y porque me estaba paralizando por momentos, lo que pasó después me inmovilizó aún más, acercó su rostro a mi cara y los restos que del helado quedaban en mi cara, los limpió con su lengua, yo estaba inmóvil sin saber que hacer, hasta que su lengua bajó y me besó en los labios.

Unos días después ....

- ¿Tienes frío?
- No, así estoy bien...

Ella estaba apoyada en mi pecho, mientras la rodeaba la cintura con mis brazos, dejando las manos muertas sobre su vientre. Jamás me había sentido tan a gusto como en aquel momento, como si estuviéramos juntos de toda la vida.
Una sábana blanca de algodón nos cubría, los ojos cerrados y nuestra respiración ralentizada, rompí el silencio por fin para decirle en voz muy baja:

- ¿Te he dicho alguna vez que eres más que una amiga para mí?

Noté como por fin no sabía que contestarme, solo sus ojos azules se abrieron como dos platos, parecía que tuvieran un interrogante gigante, me miraban analizándome de arriba abajo, conocía bien ese gesto, era como si me pidieran que siguiera hablando.

Tardó unos minutos en reaccionar y negó con la cabeza muy lentamente, la miré fijamente

- Pues ya lo sabes. Te quiero.
- Yo... También.

Se acurrucó contra mi pecho, apoyó su cabeza contra mis hombros y recuerdo el frí en mis manos, esos cabellos rubios inundándolo todo, antes de quedar dormidos.

Pasó el verano y ya no la vi nunca más, no volvió por allí pero me dejó una sonrisa inmensa, un beso robado con sabor a frio chocolate y duces labios ardientes.