Mil mariposas, su ejército, en teoría debían proteger aquella fortaleza, pero su revoloteo nervioso, por los laberintos interiores, activando todas y cada una de todas las puertas, mazmorras, lugares jamás visitados, liberando prisioneros, visitando todos los rincones, una y otra vez, los poros de aquella murallas de anchas paredes, rezumaban resinas y efluvios.
Las frías paredes de piedra labrada se retuercen, con sonidos propios de ultratumba, el simple aleteo de esas membranas multicolores y delicadas, que van dejando el polvo maravilloso de sus alas en sus roces imperceptibles.
La torre, majestuosa, erguida, apuntando al cielo, su cúspide se pierde en una nube rosa, que la acaricia, la húmedad de sus gotas cristalizadas, acaricia sus toscas almenas, dejándolas impregnadas de un aroma delicioso, la torre activa sus complicados engranajes e intenta volar, entre aquella nube de algodón .......retorciendose sobre si misma y ampliando su diámetro.
Las mariposas se multiplican, las paredes se arquean en imposibles movimientos, para defenderse de este ataque tan malévolo, la fortaleza va a dejarse ser ocupada, sin oponer resistencia, la voluntad de los guerreros ha sido minada, los dulces cantos de sirena ha podido, lo que no han conseguido, los invasores provistos de arcos y dagas envenenadas, luchas infructuosas cuerpo a cuerpo, aquella fortaleza se ha entregado a esa extraña nube rosa que huele a piel de un recien nacido.
Antes, un último intento ...pero el aceite hirviendo rebosante, moja esas paredes majestuosas y deja la impronta de otra batalla pérdida, la fortaleza ha sido tomada y el líquido caliente se esparce en sus cimientos......
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