viernes, 26 de septiembre de 2008

El Beso del Socorrista (epílogo)

Para seguir esta historia recomiendo leer la primera parte
-Empujé la puerta de la caseta y la hice pasar, se sentó en la camilla de cuero negro
mirándome fijamente .........


-Tendrás ese beso, pero hay que esperar el final del día.

Al cabo de una hora de tensa espera, cogí una toalla de pelo largo, muy espesa, muy grande con una cruz roja en su centro, le tendí la otra mano y salimos de la caseta, dirigiéndonos hacia la orilla, noté que ella estaba sofocada por los pensamientos que invadían su mente,

Extendí la toalla sobre la arena, con una lentitud pasmosa, ella necesitaba despejarse de la excitación, que en esos momentos corría como un caballo desbocado por todo su cuerpo.

-Aún no me has besado y ya me estoy volviendo loca.

Entonces se produjo la conjunción de elementos, esa sensación tan relajante de los granitos de arena aún tibia, que se escurren entre los dedos descalzos con un agradable cosquilleo, los pies se escapan de la toalla gigante, y se hunden suavemente en el nacar molido, el suave sonido metálico de los gujarros chocando entre si, arrastrados por las olas que los devuelven a su lecho, olas que adormilan, retirándose y empujando para formar otra y otra, los latidos del acelerado corazón de ambos, el sol marchándose majestuoso por el ocaso y con él, los últimos bañistas perezosos.

Estábamos solos, ¡por fin!, sentados en aquella inmensa toalla, como si el espectáculo del mar, fuese exclusivo para nosotros dos, sentí su corazón al tocarle el hombro y sus labios carnosos
palpitaron levemente, con la mirada llena de misterio, la invité a meternos en el agua, me
siguió hipnotizada.


Nuestros ojos estaban mas cerca que nunca, dejamos que nuestros cuerpos dejaran de tocar
fondo y al compás de las perezosas olas nuestros cuerpos se atrajeron magnéticamente,
entonces ella por la excitación, desconectó su coordinación dejón de bracear y se hundió ligeramente, antes de subir a la superficie, mis labios se aplastaron contra los suyos, entre las dos lenguas y el salitre surgió una compenetración inmediata, notamos el agua entrar en los pulmones .... nos parecía pertenecer a ese líquido elemento.
No era desagradable, el mar nos acariciaba a los dos y ella a mi, me daba su aire y yo el mio, casi podíamos respirar bajo el agua. la compenetración era increible, abrí los ojos bajo el agua ella sonreía con sus cabellos mecidos lado a lado, con la armonía de las terminaciones de una medusa mecida por los caprichos de las corrientes .

Nuestros corazones compartían un solo latido, las lenguas se acariciaban disfrutando cada
una del nuevo sabor de la otra, saliva dulce y mar salado, así permanecimos durante varios minutos sintiendo el vacio y la ingravidez de las profundidades marinas...

El sol parecía explotar de color, antes de desvanecerse tintando todo el cielo, las gotas de agua en el pelo brillaban como si fuesen de plata, descomponiendose en mil tonos, esto hizo reventar de sabor nuestras bocas, las lenguas se acariciaban, encontrando nuevos matices y despertando todas las terminaciones nerviosas.

-Cabrón, ¿ahora quién va a superar este beso? Has arruinado mi vida definitivamente.

Salimos del agua y nos tendimos en la toalla mirando las estrellas que salían timidamente, solo recuerdo que antes de dormir, me besó el pecho con sus labios aún con restos de carmín.......aún ahora, me parece sentir su calor.

Al despertar, me encontré solo en la toalla, no podía admitir que ella estaba muerta, fue la única persona que no pude salvar, una obsesión que me atormenta, un sueño reincidente que me persigue, pero al incorporarme pude ver perfectamente el carmín de sus labios en mi pecho......

PD Este beso está rodado por especialistas, no se os ocurra probarlo, sin un socorrista... ;-)

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