sábado, 13 de septiembre de 2008

No debiera estar pasando

Me desperté angustiado por culpa de que mi boca estaba cosida, mis labios secos pegados entre si, tenía mucha sed y deseé un trago de cerveza fresca, la garganta estaba pastosa, la saliva evaporada asomaba en la comisura de los labios, pasé la lengua para diluir esa especie de pegamento que sellaba mis bordes carnosos, me faltó el aire de repente como si algo habitual como respirar fallara y di un respingo, el traqueteo del tren me devolvió a la realidad, muchas gotas deslizantes de lluvia en los cristales, vaho en su interior, el sonido rítmico de las traviesas, en un movimiento, mis hombros toparon con los de la viajera que estaba sentada a mi lado, no hizo ningún gesto para separarse.
Podía ver el reflejo de sus labios carmín en la ventanilla, la oscuridad exterior convertía en un extraño espejo que combinaba los paisajes de árboles oscuros que pasaban a mil por hora, la Luna al fondo y no se por qué razón, sonreía sola con la mirada pérdida en la ventana, mirando lejos pero no viendo nada.
Es curioso, porque había soñado la situación que estaba viviendo, que estaba en un tren nocturno, en un compartimento con 6 personas que prácticamente se tocaban con las rodillas, las mantas que llevábamos encima de las piernas por el frío, hacían que según los movimientos pendulares del vagon, provocaban el pequeño choque inevitable de rodillas e incluso muslos (a veces me entretiene divagar acerca de como son las piernas a partir de estos roces fortuitos, según su dureza, longitud, si son musculosas, blanditas ...)
De repente en el estado hipnótico que precede, a las cabezadas previas al sueño, en mi estado había notado una presión bajo mi bragueta, luego pude deducir que era una mano deslizándose bajo mis pantalones, a mi izquierda estaba un chico joven y rubio muy bien parecido y a la derecha una mujer, bastante bella, de facciones redondeadas y labios carnosos. Delante estaba un matrimonio de mediana edad y una hija de unos 14 años, con la naricilla pegada al cristal de la ventanilla, las caricias no me desgradaban, eran inexpertas, sin buscar un objetivo, simplemente exploratorias, no me había atrevido a protestar ni levantarme, no fuera que acusase a quien no era, o que lo negasen todos y me acusasen de invertarme cosas que no pueden estar pasando y pasar por pervertido, no sabía quién me estaba tocando, primero suavemente el vientre, el ombligo, luego el inicio del tronco del pene con el dorso de la mano.
Diré que en principio no sé si soy bisexual y también me pregunto si en un caso así, podría decidir si me gusta o no, en función de quien era el autor de tan deliciosas caricias, pero llegué a la conclusión que como no debía estar pasando lo mejor era no montar ningún escandalo. Ojalá fuera la chica, la miré, miré a todos, nos mirábamos entre si, nadie profería palabra alguna, ni gesto delator, luego en mi sueño notaba como si me bajaran la piel y muy dulcemente me masturbasen, al cabo de no se cuanto noté como un líquido caliente me resbalaba por mis muslos.


-Oye perdona. tengo curiosidad ¿No viajaban con nosotros 4 personas más?
-Bueno después de la que montaste, llamaron al revisor y se lió una buena
-¿Qué monté qué?
-Pues, nos llenaste de leche bajo las mantas, parece ser que tuviste una polución nocturna. Como dormías profundamente se fueron indignados.
-¿Entonces no fuiste tu?
-Lo siento pero no, soy lesbiana.

Levanté de golpe la manta que aún cubría nuestras piernas, ahí estaba la prueba del delito, mi polla aún pelada, goteante al descubierto, en medio del pantalón con todos los botones desabrochados y una mancha oscura a la altura de la entrepierna. Había tenido mi primera experiencia con alguién de mi propio sexo, ya era bisexual.......


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