Por más que las busco.
He perdido mis manos frías, me gustaría saber quién me las ha quitado, sin ellas me siento como un insecto despistado, solo, en mi habitación, revoloteando con la mirada extraviada en el lluvioso paisaje que puedo ver a través de los traslúcidos cristales, me siento terriblemente incompleto.
Pienso en como me siento y me concentro en aquello que me falta, lo que hace que me sienta vivo. Cierro los ojos, quizás estés ahí, a mi lado. No puedo verte pero presiento un agradable calor que me indica que estas cerca, ya llegando de no se donde.
Mis labios sonríen tontamente (también me desobedecen por supuesto), debieran estar apretados, concentrados, pero no, captan tu perfume, cálido y suave, inspiro profundamente intentando llenarme de ese aroma, perteneciente a no se que pétalos de una flor embriagadoramente olorosa.
Mi cerebro parece ser que se ha estropeado también, concentrándome un poco mas, capto o quizás imagino, sutiles diferencias en el perfume que invade mi olfato, el olor suave y dulce de tu cuello, el atrayente aroma de tu escote, mezclado por el que se escapa a través de tu cuerpo, surgiendo entre tus muslos, impregnando tu delicada ropa, en tu excitación silenciosa.
...Mantengo los ojos cerrados, disfrutando de la sensación.....
Escucho tu respiración. Cerca, muy cerca. La tentación de volverme es casi irresistible, pero me recreo en el límite, alargándolo lo más posible. Mi corazón comienza a acelerarse exponencialmente, siempre lo hace en estos momentos, me dedico a escuchar secretamente mi interior.
Sonrisa que se ensancha al comprobar que mi cuerpo me desobedece por enésima vez y se gira hacia ti, no puedo ni quiero detenerlo. Ahora te siento aún demasiado cerca, enfrente.
Tal vez nos separen unos centímetros, o quizá milímetros, no tengo forma de saberlo. pero si noto la pesada gravedad, como la que ejerce la luna llena sobre el mar.
Siento dentro de mi, como crece la marea, como se ahuecan mis tejidos bajo la piel, percibo tu mano acariciar sutilmente mis labios, esa sonrisa que tu me enseñaste a dibujar en mi rostro, marcándome la mejillas, es un roce casi imperceptible, pero la sensación es poderosa. Adelanto mis manos para acariciarte, me detengo a escasos milímetros de tu piel. No puedo verte, pero casi puedo sentirte.
Paladeo la anticipación que embarga a mi corazón, el deseo irrefrenable que tú alimentas. Cuando de nuevo mi cuerpo me vence, por fin toco tu suave piel, tan dulce y delicada comparada con la mía. Recorro con mis dedos la línea de la mandíbula mientras me imagino tus ojos color azul transparentes, clavando la mirada en mis cerrados párpados.
Tus manos tampoco están quietas, no pueden estarlo, y recorren suavemente mi rostro hasta entrelazarse en mi nuca. Me atraes hacia ti, y mientras lo haces, mi corazón bombea aún a mas velocidad, me sumerjo en tu aroma, en tu tacto. Nuestros labios por fin se rozan, la sensación mas dulce del mundo. La suavidad de tus labios buscando los míos me provoca una serie de descargas que recorren mis vértebras, estremecimientos que me sobrecogen.
La sensación es tan fuerte que mi respiración comienza a acelerarse. Mi lengua recorre tus labios y tú la permites entrar. Comienzas a acariciar mi lengua con la tuya y no puedo evitar que un jadeo se escape entre mis labios, mis manos que ya no están frías recorren tu cadera y te acercan a mí, tu también me abrazas con fuerza mientras el beso continúa, como hecho a faltar esa fría temperatura de las manos, que te hacía estremecer.
Asaltado militarmente por un millar de sensaciones placenteras, el mundo desaparece, te pregunto mentalmente, que hacen mis manos, ya no las controlo, las yemas de mis dedos me dicen que cierras los ojos, cerrados los mios desde el principio, supongo que disfrutas tanto como yo de las sensaciones y mareas incontroladas que nos recorren.
El beso se va impregnando de pasión, tu corazón late a la par que el mío, tu respiración se hace mas fuerte y profunda, los dos nos separamos a la vez, sonríes y mi corazón casi estalla de felicidad, abro los ojos para mirarte, sentirte con el único sentido que aún no he empleado, tu frescor aun está en mis labios, tu tacto perdura en mis manos, tu respiración resuena en mis oídos y tu perfume aun me hechiza, abro los ojos para verte...
Me encuentro de nuevo en mi habitación, solo, pero eso si, sin mis manos frías.
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